La calidad del agua potable tiene un efecto inmenso en nuestro bienestar y se ha demostrado que la luz germicida destruye virus, bacterias, protozoos, mohos y otros patógenos dañinos. El tubo germicida presenta una longitud de onda con efectividad letal de hasta 254 nm que ayuda a alterar el ADN de microorganismos dañinos y los hace inofensivos.
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